domingo, 16 de marzo de 2008

Ojalá que llueva


La lluvia cae del cielo y el mar se crece, y son estas cosas las que hacen pensar que este lugar es sano. No podía quitar los ojos de las pieles de esas señoras, su fortaleza y su lenguaje para tratar a su gente. Seguramente la más joven se levanto primero. La otra más viejita la siguió tranquila porque ya no tenía obligaciones.
Los niños corretean y no parecen tenerle miedo a la lluvia, salen y entran de los techos para traer cosas.
Los cuadernos de una niña están sobre la mesa, sigue siendo muy temprano y ella canta las tablas de multiplicar, de vez en cuando me mira.
Yo tengo un café negro en la mano.
Es un día religioso, me acerco a la gente y escucho al padre.
Tengo unas gafas negras que me cubren el rostro, el sol me recuerda que estuve bebiendo con otros colombianos.

2 comentarios:

Liliana Durán dijo...

mujer, fuerza en su piel. ... alejo gracias! ellas representan tal cual a la madre, a la tierra que se alegra con el agua y purifica la vida. Que bien que llovió!

Anónimo dijo...

Mujeres colombianas que le pueden hacer la tarde hermosa. Y si se quiere conversar lo puede hacer en silencio.

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