jueves, 13 de marzo de 2008

Funeral


En silencio me acerco, he abandonado la pequeña fiesta y me introduzco con respeto en la celebración de un entierro, el que se murió fue Jesús y allí lo velan cantando.
Suena un disparo, y cuando miro descubro a unos muchachos jugando con una escopeta de mentiras, pero el ruido parecía de verdad.
Las señoras de este lugar se encuentran hablando entre ellas, muchos niños corren de un lado a otro.
Pienso en las alegrías y en el verdadero significado de la vida, siguen habiendo motos y una cuadrilla de la policía se detiene a comer arepas en el puesto de una joven que no supera los 15 años.
El lugar es mágico, una especie de cabaña donde los vecinos de toda la vida cantan canciones para adorar a Dios. La mayoría son mujeres y niños, también hay viejos que parecen felices.
El Choco tiene cosas que contar, al lado hay una inmensa iglesia y por las calles se respira un ambiente natural.
Los niños juegan en el mar, la gente se levanta temprano, el pescado es abundante y la vida sigue su rumbo.

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